Dos años viviendo con ella
Tengo 24 años y los últimos dos he vivido con ella. Todo comenzó cuando yo tenía aproximadamente 22 años. Era una mujer muy activa, llena de energía de vida, llena de vitalidad y un remolino pasando y arrasando con todo. Tenía todo un trabajo de ensueño, calificaciones sobresalientes y una vida social muy activa. Un día comencé a sentir dolor en los brazos y hombros; un dolor que con nada se quitaba. Después los puntos de dolor fueron aumentando, cada vez me sentía más cansada y frustrada.
Mi ritmo de vida se vio afectado y poco a poco dejé de asistir a eventos o reuniones. Me quedaba en cama sin saber que me pasaba, qué eran esos dolores, por qué me dolía el cuerpo como decía yo de una forma tan severa y constante. Comencé a tener ataques de pánico por la frustración que me causaba y comenzó mi caminar de doctor en doctor buscando un diagnostico. Me decían que no tenía nada, que sólo era estrés, hasta que un verdadero médico se atrevió a darme el diagnostico : TIENES FIBROMIALGIA me dijo.
Al principio me sentí aliviada de saber que no estaba loca, que algo pasaba con mi cuerpo y que yo lo sabía desde hace tiempo, pero después me encontré aturdida, abrumada, lloraba todo el tiempo, no sabía por dónde comenzar… Mi vida ya no era la misma, me costaba llegar al trabajo, tenía dolores todo el día, el medicamento no funcionaba, poco a poco fui perdiendo el control de mi vida: dejé que la fibromialgia se apoderara de ella.
Y un buen día tuve la peor semana de todas, en cama, con dolor que nada lo calmaba, con ardor en la piel, el sentir el roce de las sabanas era sentir alfileres en mi piel. No podía ni tan siquiera pararme de la cama, pero repentinamente recibí la llamada de un desconocido que me invitaba a trabajar en un proyecto. Recuerdo que asistí a la entrevista acompañada de mi madre porque yo no podía caminar sóla, subí las escaleras con un enorme esfuerzo y me senté frente a él. Platicamos sobre el proyecto y acepté, estuve llena de trabajo y encomiendas.
El hombre con el que compartía mi vida en los últimos dos años, me termino por teléfono y la explicación fue que estaba enferma. Sumado a eso, fue un mes de desvelos, malas pasadas y mucho cansancio. El proyecto fallÓ, pero yo gané porque aprendí a vivir con ella como yo la llamo, a vivir con el dolor día con día pero no dejar que me detenga, hacerle saber que si iba a estar en mi vida iba a ser a mi manera y con mis condiciones.
Comencé a ejercitarme, cada día me siento un poco mas fuerte, los dolores nunca se van, nunca se quitan siempre están presentes. Tengo días de crisis, pero lucho y siempre lucharé. La fibromialgia no se va a apoderar de mi vida, hoy soy más consciente de mí y de mi cuerpo.
Estoy en proceso de aprender a cuidarlo y darle lo que necesita.
El extraño que me invito al proyecto es el hombre con el que hoy comparto mis días y que no se espanta, me apoya y cuida como nadie. Estoy aprendiendo todavía como vivir y hacer mi vida con ella presente, pero una cosa es clara: no dejaré que se apodere de lo único que tengo que es mi vida.
Era pequeña y ya sentía dolores por todo el cuerpo. No podía hacer educación física en el colegio con tan solo nueve años. Tenía dolores en cada palmo de mi cuerpo cervicales, espalda, cintura, cadera, piernas, manos etc. Pero para muchos médicos y profesores era cuento y mentira. En la adolescencia fue un cambio tremendo empece a tener migrañas muy fuertes aparte de lo demás. Ya con 20 años mis dolores seguían, contracturas,collarines pastillas de todo tipo. A los 28 años y tener mi segundo hijo fue horrible, se me acentuó mucho más y era insoportable. La peregrinación de médicos desde pequeña no cesaba ese cansancio, fatiga y con un bebé era un kaos para mí. Nunca dejé de trabajar, jamás, era una luchadora y trabajadora nata y al 100%. A los 35 años tuve un accidente en la bañera de mi casa,me metí a ducharme y me caí golpeándome el lado derecho de mi cuerpo. De ahí me llevaron de urgencias al hospital allí que era el traumatismo de la caida.No cogí la baja en mi trabajo,y seguí en la empresa. No podía andar e iba con muleta el dolor se apoderó de una forma muy feroz como un lobo hambriento. Empece una peregrinación de especialistas hasta que una reumatóloga me confirmó que tenía los 18 puntos de dolor activos y en grado IV.Me dieron muchísima medicación hasta un punto de tomar 28 comprimidos diarios que no me quitaban el dolor, lo unico me dejaban relajada y dormida. Posteriormente me operaron de la cadera en cuatro años y medio y con tantas pruebas de todo tipo no se dieron cuenta hasta 5 minutos antes de la operación que me hicieron unas RX y me confirmaron que el femur estava desencajado de su sitio. La operación fue bien, muy dolorida y mucha rehabilitación, pero la fibro no desaparecía. A fecha de hoy con 43 años sigo con unos dolores y unas crisis que no me permiten hacer lo más cotidiano del día a día. Sigo luchando, aunque sabemos que no hay curación para ello.